PITINGO Y LOMBO ENAMORAN AL ANTIGUO MERCADO PÚBLICO.

El onubense y el sevillano adaptan su repertorio para subir
a la Catedral del Cante. Ambos artistas ofrecieron una parte de flamenco puro
en sus intervenciones
La Unión, 4 de agosto 2018. El
Antiguo Mercado Público de La Unión impone. La Catedral del Cante dicta sus
normas es algo no escrito pero que todo artista siente, comprende y que
respeta.  Manuel Lombo y Pitingo
adaptaron sus actuaciones para reverenciar al mayor templo mundial del flamenco
repasando los palos más auténticos del cante jondo.
Arrancó la velada Manuel
Lombo con fuerza y garbo. Comenzó recordando su origen flamenco sevillano con
una alegría que sirvió para enganchar a un público con ganas de flamenco; con
ganas de ver la trayectoria y evolución del cantaor que pisó las tablas
unionenses acompañando al baile a Ángeles Gabaldón que ganó en 2002 el Premio
Desplante del Festival Internacional del Cante de las Minas.
Lejos de amedrentarse
Lombo se fue por malagueñas sintiéndose con ese palo como pez en el agua,
cómodo y expresivo conectó de inmediato con el público de La Unión. Siguió
buceando en los palos más ortodoxos del flamenco. Lombo habitual en espacios
grandes y escenarios sacros no le tembló la voz con la minera con la que quiso
honrar a la Catedral del Cante previo paso por un expresiva soleá.
Tras este paso por el “Origen”,
nombre de uno de sus trabajos, el cantaor sevillano cambió el traje de raya
diplomática por uno de chaqueta en negro y blanco. A partir de ahí sacó su
repertorio por Bambino pero respetando las tablas que pisaba: percusión,
palmas, guitarra y la silla de cantaor.
Ingredientes que puso a
cocer a fuego lento en el puchero del Antiguo Mercado Público. La alquimia
entre el cantaor sevillano y el respetable unionense fue creciendo a cada golpe
de garganta, con cada compás hasta que artista y público se fundieron en uno
sólo en el fin del espectáculo. La relación de amor recién surgida fue
correspondida por Manuel Lombo cantando a capela su último tema de la noche
entre las filas de unos espectadores que han vivido una de esas noches mágicas
que sólo suceden en la Catedral del Cante.



PINTINGO PONE A BAILAR AL ANTIGUO MERCADO PÚBLICO.
Sí anoche nació una
nueva relación de amor entre Manuel Lombo y La Unión. Pitingo la tiene
declarada desde hace tiempo “para mi venir aquí es sentir un gran respeto y
admiración por estas tablas, donde han actuado los más grandes. Es volver a
donde comencé” confesaba el onubense antes de subir a las tablas.


En su garganta Pitingo
volvió a mezclar los sonidos de un lado y el otro del mundo. El de Ayamonte
tributó a La Unión una toná escrita por el unionense Pepe Cros y que regaló a
la Catedral del Cante en “una muestra de amor y respeto a este templo que tanto
me ha dado”
Pitingo siguió con sus
“gospelerías” mezcla de góspel y bulerías y que la han granjeado muchos éxitos
y reconocimientos internacionales. El cantaor continuó enamorando al público
con anécdotas y peripecias entre cante y cante o dedicatorias a su malogrado
amigo Víctor Blaya “Charico”.


De blanco inmaculado
Antonio Manuel Álvarez Vélez “Pitingo” se puso flamenco, sin más que una
guitarra y su voz. El de Ayamonte cerró con los palos que los trajeron de joven
a estas tablas y con los que volvió a encandilar al público de La Unión.

Sin embargo, no era la
última carta que se guardaba bajo la manga. En los “bises” Pitingo comenzó a
soltar píldoras de sus repertorio con las que consiguió levantar de sus
asientos y hacer bailar a un público que abarrotó durante las dos galas y las
casi cuatro horas de espectáculo el Antiguo Mercado Público que, gracias a un
sevillano y un onubense, vivió una de esas noches mágicas y llenas de arte y
flamenco que sólo se viven durante el Festival Internacional del Cante de las
Minas.





                                       Redacción Gabinete Prensa FICM / Fotografías ©Francisco Silvente.

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