El baile “improvisao” de Farruquito desborda de duende y embrujo gitano un abarrotado Antiguo Mercado de La Unión

El cantaor Rancapino Chico deleita al
público del Cante de las Minas con un recital de flamenco puro y elegante según
la ortodoxia de Cádiz


La cuarta gala de la 56 edición del Festival
Internacional del Cante de las Minas,
Lunes 8, acogía una noche de flamenco
muy gitano que reunía en el mismo escenario al bailaor Farruquito y al cantaor  Rancapino Chico.

Farruquito
traía a la Catedral del Cante su espectáculo “Improvisao”, donde el bailaor
muestra las raíces más arraigadas de este arte. Acompañado al cante por Antonio
Villar, hijo del célebre Juan Villar, María Vizarraga y Pepe de Pura, al toque,
Román Vicente y José Gálvez y a la percusión, Antonio El Polito.

El
público de La Unión asistía a una puesta en escena vibrante con un baile eléctrico,
preciso y desgarrador. El nieto del Farruco ha arrancado unos fervorosos
aplausos por soleá y por bulerías, taconeando con fuerza y agitando con duende
y embrujo la atmósfera de las tablas de la “Catedral del Cante”. 

Antes
de despedirse con unas bulerías de fin de fiesta, donde también ha participado
el otro protagonista de la noche, Rancapino Chico, Farruquito ha explicado que
este espectáculo “Improvisao”, tiene su razón de ser en que “el único flamenco que conocemos se aprende
en la calle, en casa, con los padres, los abuelos, por eso ahí está el origen
del flamenco, en la improvisación, cada día se siente de una manera diferente
”.
Y recordaba las palabras de su abuelo Farruco, que le decía que “prefería bailar mal de verdad que bailar bien
de mentira
”.

La
gala comenzaba con la actuación en el escenario de Rancapino Chico, que se estrenaba en la Catedral del Cante. Hijo
del cantaor Rancapino, Alonso Núñez Fernández, nació en Chiclana de la Frontera
y desde pequeño ha bebido de los cantes de Cádiz.

El
cantaor se ha arrancado en las tablas de La Unión con unos tarantos de inspiración
minera dedicados al público de la Catedral, seguida de la malagueña de Enrique El
Mellizo, unos tangos a lo Cepero y unos fandangos caracoleros en un alarde de pureza
en el que ha demostrado quejío flamenco y hondura en la voz.

Antonio Higuero,guitarrista que acompañó a Rancapino Chico.
 

Además
deleitaba al público de La Unión con unas bulerías muy jerezanas que arrancaban
con la letra de ¡Ay, que mora! y remataba
su actuación con una zambra dedicada a su padre, acordándose de sus inicios, de
su fuente de inspiración Manolo Caracol y, por supuesto, de Camarón de la Isla.

Acompañado
al toque por Antonio Higuero y a las palmas por Chicharito de Jerez y Pepe
Rubichi, Rancapino ha sembrado aplausos entre los enamorados del cante jondo.
Con
22 años consiguió el primer premio del concurso de
la Peña Flamenca de Chiclana y desde entonces no ha dejado de recorrer escenarios
demostrando una manera muy personal de
entender los palos más clásicos y según la tradición de los cantaores de Cádiz.

 

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